No me aburras con cosas trascendentes. No pretenderás que me lea tus rollos sobre cambio climático, lo del coronavirus y sus pandemias, las crisis económicas y el desempleo, la educación y todas las demás crisis y me preocupe por los problemas del mundo.
Si hay que preocuparse de algo ya tengo mis líos: mi trabajo y mi jefe o mis estudios, incluidos el profe y mis compañeros, mi mujer/marido, mi novio/a, cuando me tocan las vacaciones, cuando quedo con mis amigos y muchos más. ¿Te parecen pocos?. ¡Estoy harto/a de problemas y obligaciones!
Así que déjame que me entretenga con mi móvil y el WhatsApp, Twitter, Facebook o Instagram, un poco de TV o YouTube y no me hagas pensar, que para esas cosas ya hay gente que se encarga porque les divierte o entretiene. Son cosas de políticos, científicos, médicos, … Yo con lo mío ya tengo bastante. Y si algún día esas cosas van tan mal y me afectan, ya veremos cómo las resuelvo o me las resuelven.
Estas son las cosas que me parece escuchar cuando veo cómo se comporta mucha gente incluidos los más próximos a mí. Parece como si los problemas serios que tenemos sólo afectaran a Greta Thunberg y algunos científicos y personas “raras”. Y me cuestiono. Me cuestiono si lo que veo son problemas reales e importantes o si la humanidad es y seguirá siendo como siempre a pesar de que algunos “agoreros” traten de amargarnos la fiesta de nuestra existencia.
Lo del cambio climático, del coronavirus y sus pandemias, las crisis económicas y el desempleo, la educación y todas las demás crisis son cosas abstractas y lejanas hasta que nos tocan. Como en los funerales, en donde se hacen y comentan reflexiones y pensamientos trascendentes sobre la vida y la muerte y al finalizar las ceremonias todos olvidamos y volvemos a la rutina, la importancia de estas cosas trascendentes sólo las percibiremos cuando ya las tengamos encima. Quizás, entonces sea demasiado tarde y el muerto no sea otro.