El examen: Las respuestas

Quizás el concepto de libertad esté hoy corrompido y desvalorado, pero es lo que definitivamente nos diferencia de otros animales y que está indefectiblemente vinculado con nuestra capacidad de elección responsable.

En mi país (ideal) la enseñanza se orienta formar a ciudadanos libres lo que implica enseñar a decidir. Quizás el concepto de libertad esté hoy corrompido y desvalorado, pero es lo que definitivamente nos diferencia de otros animales y que está indefectiblemente vinculado con nuestra capacidad de elección responsable. Las opciones que tenemos cuando alcanzamos la mayoría de edad son muy diversas pero, al contrario que en la adolescencia, ahora nuestras decisiones estarán acompañadas de responsabilidades.

A los 18 años ya son de plena aplicación las leyes: El derecho civil o, en su caso, el penal. ¿Sabe un chico o chica, en la última fase de la adolescencia (17 años), lo que es eso?.

Y como del sexo, hay muchas cosas que les han llegado a través de comentarios de otros adolescentes o de esa otra pornografía informativa que discurre por las redes sociales. El porno o las fake news comparten la penosa gloria de ser fuentes de desinformación en ámbitos muy importantes del conocimiento de las personas. ¿Quién les prepara para discernir entre sexualidad y pornografía? ¿Cómo pueden distinguir una noticia o información real y una fake news?.

La dependencia y el uso compulsivo de las redes van más allá de esa desinformación adsorbiendo tiempo y enajenando a muchos adolescentes del mundo “social real”. Es imprescindible que conozcan la “cara oculta” de la tecnología y cómo va influyendo y socavando nuestra voluntad convirtiendo a las personas en esclavos de ella. Esto entra en el examen.

A través de la educación padres, profesores y toda la sociedad (la tribu entera) debe de anticiparles y prepararles no sólo para adquirir conocimientos sino a discernir entre lo falso y lo cierto. Pasar de la “esclavitud” de la ignorancia a la “libertad” del conocimiento en la que aprender a pensar y el espíritu crítico serán lo que les ayude en esa difícil tarea de decidir o elegir responsablemente.

En el umbral de los 18 años son muchas y decisivas las decisiones que un adolescente debe tomar y para ello ha de estar convenientemente preparado. No son los padres los que deben tomarlas en su lugar pues muchas de estas decisiones les van a acompañar toda la vida. Estos pueden aportar consejo, no imposición, y apoyo, como elementos que les ayuden y respalden en sus primeros pasos como ciudadanos libres.

Aunque a muchos nos decepcione el ejercicio del poder que hacen nuestros políticos, no cabe duda que están y seguirán estando ahí, por lo que a partir de los 18 años también les afecta la cuota de poder que cada uno les cede. Hasta ese momento es preciso que aprendan que no siempre nuestra opción es la única y, sin renunciar a ella, saber y admitir que hay otras también válidas. A esa edad deben conocer los fundamentos y argumentos de las opciones políticas. El debate de ideas es de gran utilidad para analizar los pros y contras de cualquiera de ellas. Los mecanismos de persuasión o captación que utilizan determinadas organizaciones, conducen a muchos a una elección “ciega” o fanática. Es imprescindible conocer porqué la admisión o pertenencia a un grupo o la recompensas que recibimos forman parte inconsciente de nuestras decisiones. Y esto también es materia de examen.

El voto es más que un papel que se introduce en una urna y así deberíamos transmitirlo a nuestros adolescentes. El escepticismo, fruto de nuestras malas experiencias, no es el valor que debamos inculcarles. La fuerza de la ilusión y el impulso creativo que a esa edad hace posible la renovación y el progreso, no se deben apagar, de igual manera que no debemos destruir la de Los Reyes Magos o Papá Noel a nuestros niños.

Por todo ello y por mucho más, nuestro Examen de Acceso a la Juventud debe ser un examen de Conocimiento, Razonamiento y Pensamiento Crítico, para el ejercicio cívico pleno de todos nuestros derechos y deberes. Eso es lo que, en mi país ideal, representa el acceso a cosas tan diversas como la propiedad, la formación superior o el voto, porque en todas ellas se verá implicada la tribu entera.

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